Villa construida en una atalaya al borde del mar con unas vistas de película. Este pequeño paraíso privado al borde del mar, con una extensión de 3.000 m2, cuenta con acceso directo a su propia cala. Su arquitectura está pensada para que el paisaje fascinante, que cambia a lo largo del día, se cuele en unos interiores acogedores de grandes ventanales. En el jardín sobre el acantilado hay una espectacular piscina climatizada que se abre al Cantábrico, un huerto en el que recolectar tomates o lechuga de la tierruca así como un banco frente al mar en el que sentarse a desconectar se convierte en ritual. La localización muy luminosa y de estilo elegante, respira calidez por el acertado uso de los materiales: fibras naturales, madera en los suelos y el blanco en tejidos y paredes. Exteriores con una decoración muy cuidadada y unas vistas espectaculares. Una localización única para rodajes de películas y series que requieran una ubicación que no pase desapercibida.